Historias de vida: Eugenio Toril


Una historia singular es la de la vida de Eugenio, de 48 años, quien tras perder su trabajo como chofer de colectivos y frente a los retos y exigencias que le imponía la vida, demostró dignamente que no todo está perdido y que nunca se deben bajar los brazos, por lo cual comenzó a recorrer las calles de nuestra ciudad con su "compañero de viaje", su carrito, gracial al cual lleva día a día el plato de comida a sus hijos.

"No pude renovar el registro de chofer profesional, pero le salvé la vida a mi hija".

Su actual condición de desempleado se debe a que unos años atrás una circunstancia familiar lo colocó en la situación de utilizar hasta el último de sus ahorros: la salud de su hija menor, a la cual se le detectó una enfermedad del corazón. La niña debía ser operada en el Hospital Garrahan, y los gastos que conllevaban tanto la manutención de la familia con otros tres niños pequeños, como los medicamentos y demás gastos que la situación provocaban, llevaron a Eugenio a utilizar incluso, el dinero que tenía ahorrado para la renovación de su Registro de Conductor. Sacrificios que sólo un padre que ama a sus hijos es capaz de hacer.

La vida le presentó un momento duro a Eugenio y su mujer, Alejandra, cuando los médicos les comunicaron que su hija tenía un 90 % de probabilidades de no superar la operación y en el caso de hacerlo, existía la posibilidad de quedar con algún tipo de secuela. Pero por cosas del destino, por la gracia de Dios, o simplemente por el amor de sus padres, la chiquita de tan solo dos años (hoy diez), rompió todos los pronósticos y a las 72 hs. post-operación, se encontraba en plenas condiciones y con muchas ganas de salir a jugar, correr y disfrutar de la vida. Felizmente sin ningún tipo de complicaciones y por siempre aferrada al amor profundo de sus padres y hermanos.

Luego de ese momento que marcó un antes y un después en la vida de la familia Toril, llegó la época de "la malaria", "el estancamiento". Eugenio, quien luego de haber trabajado en diferentes empresas de colectivos, tales como la 55, 242 y la 629, entre otras, por haber gastado todo su capital durante la enfermedad de su hijita, no pudo renovar el registro y perdió su puesto de trabajo. Sin embargo, intentó conseguir el registro a toda costa, pero aquellas personas a quienes consideraba amigos y que podrían haber dado una mano, le dieron la espalda, no respondieron a su pedido de ayuda, no acudieron cuando él más los necesitaba.

Pero uno siempre se las ingenia para encontrar una salida, y en vez de resignarse y dejarse estar, Eugenio armó un carro y comenzó a recorrer las calles de Pontevedra hasta el cansancio, con el único objetivo de que, al finalizar el día, pudiese haber un plato de comida en la mesa de su casa.

Por este motivo él hace referencia a que "nunca se debe pensar que esta todo perdido", lo cual desea inculcar en sus hijos y desea demostrarles, con su esfuerzo y sacrificio, que se debe luchar cada día por las cosas que uno quiere. Que se debe ser honesto, humilde y por sobre todas las cosas que "mientras se tenga fuerzas en las piernas y en los brazos", se podrá pelear por aquello que se aspira a alcanzar, sin sentarse a esperar soluciones mágicas.

Para finalizar y a modo de reflexión sobre esta historia de vida llena de humildad, honestidad, dolor, pero a su vez llena de sacrificio, lucha y voluntad, queremos resaltar que "la vida muchas veces termina siendo un gran peligro, no por las personas que hacen mal, sino por aquellas que se sientan a ver lo que pasa" y es en este sentido que Eugenio, y toda su familia, salen a nuestras calles día a día, muchas veces cuando nosotros dormimos o nos encontramos cálidamente en nuestros hogares, a librar la pelea mas difícil: la pelea por la sobrevivencia, la pelea por la vida. Y seguramente saldrán victoriosos de ella.

Muchas Gracias Eugenio Toril y familia.

Norberto & Leonel Amarilla  - Cruzados: "Historias de Pontevedra"





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